Emprendimiento. Macro. Rosario (Argentina). 2015.
Instalación. Objetos de madera recuperada. Video.
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EL DISCRETO ENCANTO DE LA COHERENCIA.
Por: Ana Laura López de la Torre.
Una mañana de domingo, casi primaveral, me desperté en una casa azul. Todo allí es hermoso: los muros vibrantes de color, los vitrales, la mampostería, los suelos y los muebles, la vegetación circundante. Todo allí es también fruto del amor, la coherencia y el trabajo. Como un sueño Bauhaus borracho de riachos y lagunas santafesinas, la casa envuelve y suspende. Abajo, en el gran salón-hogar, la mesa de madera espera con café fresco. El pan del desayuno acompaña el diálogo sin apuro y sin objeto. Así se va hablando de escultura, de un pasado sincrónico entre maderas y gubias, de la especificidad del sitio, de libros favoritos, de barrios, arte y vida.
Mi anfitrión, Maximiliano Peralta Rodríguez, me acompaña en un lento paseo por el pueblo. Me muestra las casas de adobe y de madera, hechas por vecinos, nuevos amigos que se han ido escapando de la ciudad hacia estas tierras, parte de la comuna de San José del Rincón, a la orilla del río Ubajay en la provincia de Santa Fé. Nos detenemos unos momentos a conversar con alguien que corta leña, fuma un tabaco, comenta algo sobre algún evento reciente. Se mencionan fuegos, animales, bosques.
La comprensión o el aprecio del trabajo de un artista por otro artista suele ser de carácter intangible, poco más que una suerte de identificación intuitiva de una sensibilidad común, de algunas pasiones, fantasías y deseos compartidos. Podría parecer desacertado un texto que acompaña una muestra y ha sido escrito por alguien que no conoce el Museo que la alberga, que solo ha visto fotografías de la obra que allí se exhibe. A quien escribe le gustaría señalar la extrañeza paralela de encontrarse con los trabajos del artista en alguna institución citadina, sin haber pasado una mañana en la casa azul. En ese sentido es que estas palabras buscan humildemente componer un fondo posible (musgo y corteza) contra el cual leer las piezas que componen EMPRENDIMIENTO.
El video “Márgenes de acción” anuncia el origen material de las esculturas, que hace también a su contexto y origen simbólico. El artista rescata para una nueva vida, desechos y descartes de podas, despojos de la tala impune del desarrollo inmobiliario, abandonados en un basural improvisado en los vastos terrenos fiscales que bordean la Laguna Setúbal. Las maderas son ordenadas y empujadas hacia el taller al aire libre para su transmutación. La práctica mágica del oficio de carpintero/ebanista/escultor a cielo abierto, enuncia la vocación de ser de los objetos resultantes. La acción de construcción de los objetos – tan práctica como utópica – se balancea delicadamente en la zona gris entre el desperdicio y la utilidad. La recuperación de los desechos no tiene aquí una finalidad panfletaria ni busca denunciar los malos hábitos de los locales. Propone en cambio un esfuerzo de apropiación y resignificación del terreno baldío, entendido como espacio común.
Las piezas que componen la muestra son de difícil caracterización. Llamarlas muebles o esculturas sería reducir la complejidad de las operaciones que las producen y las ponen en circulación. El sociólogo Nicholas Thoburn ha propuesto el término “objeto comunista” para explicar la naturaleza de aquellas cosas, que como las obras de Maximiliano Peralta Rodriguez, revelan la “expresividad intensiva” de la materia proclamada por el Constructivismo Ruso. Para Thoburn, el objeto comunista desestabiliza los atributos de propiedad individual y utilidad de los bienes de consumo – sean estos obras de arte, muebles u objetos de diseño. El objeto comunista propone una nueva relación entre sujeto y objeto, una relación en la que “las cosas” no son una entidad completa y cerrada, sino más bien un momento en la vida de un objeto, que revela su génesis y operativiza nuevas formas de subjetividad, sociabilidad y asociación entre el mundo de los materiales y el mundo de las personas. Pensados como objetos comunistas, las creaciones de Maximiliano evidencian desde su objetualidad sensorial, la infinidad de procesos sociales y materiales implicados en su creación y circulación: el vínculo con el territorio y las prácticas de sus habitantes, el conocimiento escultórico puesto al servicio de la construcción de una vivienda y su equipamiento, el trabajo de carpintería y ebanistería aplicado a la realización de una muestra de arte, y también los intercambios afectivos e intelectuales propiciados por todos estos movimientos.
En 1925 Aleksandr Rodchenko escribía “nuestras cosas, en nuestras manos, deben ser pares, camaradas”. El proyecto central del Constructivismo Ruso implicaba una nueva valoración del objeto como “co-trabajador”, no ya un esclavo subordinado a la voluntad humana ni fetiche del consumo, sino como un igual de las personas. Esta propuesta radical de eliminación de nuestra relación de posesión sobre las cosas, parece adecuada a los efectos de extender una invitación a públicos y visitantes a adentrarse en este discreto mundo de objetos, a sentarse a conversar con estos visitantes, camaradas de la casa azul. Estos objetos que se apersonan hoy en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, encarnan la modesta coherencia de una vida en comunidad, que es también vida productiva, vida laboral y vida creativa. Escuchemos atentamente lo que tienen para decirnos.